EL CARNAVAL Y EL REAL CENTRO FILARMÓNICO

Centro Filarmónico y el carnaval son realidades que están íntimamente ligadas al menos desde la década que se considera más brillante en nuestro carnaval antiguo, la de los años 80 del siglo XIX.

Si nos retrotraemos en el tiempo, es en el año 1852 cuando se autoriza la celebración en las calles de las fiestas de antruejo.

Los primeros años son pocas las noticias que cuentan sobre las fiestas más allá del nombre, a partir del año 1867, de algunas comparsas, en buena medida de estudiantes, esto es, disfrazadas de antiguos estudiantes, que con el paso del tiempo se llamarían “estudiantinas”, tipo de agrupación que, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades, era la preferida en Córdoba y reinaba sobre las demás (comparsas disfrazadas con otros tipos, también denominadas murgas).

De estos años son, entre algunas otras:

  • La estudiantina “Las Coronas” y la comparsa (no sabemos si también estudiantina) “El hambre en diez y siete tomos” del año 1867.
  • “Los Hambrientos” (del año 1869 y 1870);
  • La estudiantina “La Crisis” y las comparsas “El Carnaval de 1870” y “El Hambre o Los Hambrientos” que viajaron en 1871 a Lucena y Aguilar la primera, a Bujalance la segunda, y a Montoro y Villafranca la tercera. “Los Hambrientos” se mantuvieron activos varios años y en 1878 llegaron a visitar el carnaval de Madrid.
  • La Estudiantina Los Medicinantes, integrada por alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Enseñanza de Córdoba que salió los años 1871 y 1872.
  • La comparsa de estudiantes Víctimas de Doña Baldomera de los años 1872 y 1878.
  • La estudiantina de Herreros de los años 1872, 1876 y 1879.

Destacan sobremanera:

  • Por un lado la comparsa de “La Raspa” (que algún año salió como estudiantina) dirigida por Rafael Vivas, que comenzó a salir en 1874.
  • Por otro las estudiantinas “Amor y Desintrerés” del año 1876 y “Estudiantina Cordobesa” del año 1879, ambas dirigidas por don Eduardo Lucena.

Precisamente el día 1 de abril de 1879 don Eduardo Lucena creaba junto a otros 18 socios el “Centro Filarmónico Cordobés”. Resulta curioso que, a pesar de la implicación de don Eduardo con las estudiantinas, se creara primeramente en el Centro una sección de comparsa que salió por vez primera el año 1880. Según la prensa sus miembros “Vestían de señoras con lujosos trajes a la última moda, o de principios de siglo, desde el sombrero a los pies, y llevaba cada cual su catrecito en el que tomaba asiento, tocando preciosas piezas en flautitas de caña”. Volvió a salir en 1881, aunque no sabemos cuál era su tipo pues la prensa sólo dice que iba “caprichosamente vestida”.

La sección de estudiantina se estrena en los carnavales de 1882, saliendo además en la velada de San Pedro de ese mismo año, carnaval del 83 y del 84, en enero del 85 para postular en favor de las víctimas de los terremotos de Andalucía y, por último, en el carnaval de 1886.

La crónica de los carnavales de estos años no sería completa si no reflejara la rivalidad existente entre La Estudiantina del Centro Filarmónico y la comparsa titulada La Raspa, que se distinguía por la gracia e ingenio de sus coplas satíricas y mordientes.

Los Domingos de Piñata la gente deseosa de escuchar las obras que ese año había compuesto Lucena para su Estudiantina se agolpaba, desde primeras horas de la mañana, a las puertas de su sede en la calle Arco del real. A las doce partían marciales los estudiantes, a cuyo frente se situaba, dirigiéndolos, Lucena, marchaban después los ágiles panderetólogos comandados por Pepe Fernández, seguidos de la sección instrumental y la vocal; la bandera llevada orgullosamente por Prieto ondeaba en el centro de la formación.

Sobre la misma hora se echaba a la calle, tras su estandarte (una tremenda espina de pescado ensartada en un tridente), la comparsa La Raspa, ataviada con ropas pasadas de moda, rotas chisteras y grotescas y enormes corbatas, desde la calle de Armas o la de San Francisco.

Ambas recorrían la ciudad obsesionadas por, gracias a los aplausos del público, salir vencedoras en su competencia artística con la rival; sin embargo la lucha solía quedar en tablas, pues si bien la música y la propia sección instrumental de la Estudiantina aventajaba a la de La Raspa, la cantidad y calidad de las voces de la comparsa superaba en mucho al conjunto dirigido por Lucena.

En 1887 desaparecía el “Centro Filarmónico Cordobés”, si bien varios de los integrantes de su sección más exitosa, en unión de varios miembros de “La Raspa” fundaban la estudiantina “La Tuna Cordobesa”, cuya dirección ocupaba nuevamente don Eduardo Lucena, y que era más que una comparsa de estudiantes pues se estructuraba al igual que el Centro Filarmónico en secciones, permaneciendo activa durante todo el año y tomando como “uniforme” en todas sus actuaciones el traje de estudiante antiguo.

En su primer carnaval, el de 1888, visitaba Bujalance y Montoro. En 1889 visitaba por carnaval Aguilar, Cabra y Montilla. En 1890, La Tuna Cordobesa tras dar serenata a Don Eduardo Lucena en agradecimiento por las obras que éste les había escrito (una jota conocida como “Las Mariposas” o “Jota del 90”, una habanera, un pasacalle y un vals), partía vistiendo el tradicional manteo y tricornio a Andújar y después a Montoro, visitando por último Villa del Río. En 1891 viajaba a Lucena y a Cabra. En 1892 se frustró un viaje que se tenía preparado a Málaga, con lo que la estudiantina se quedaba en Córdoba,  marchando esta vez sí a Ecija en los carnavales de 1893, ciudad que volvió a visitar en 1895 y 1897. Dos años más tarde, en 1899, disfrutaba del carnaval de Jaén, repitiendo la visita en 1900.

El día 14 de noviembre de 1902 en una reunión celebrada en el salón alto del Café Suizo, la Estudiantina Cordobesa acordaba su disolución y refundación del antiguo Centro filarmónico, bajo la Denominación de “Eduardo Lucena-Centro filarmónico Cordobés”.

Este nuevo Centro Filarmónico “Eduardo Lucena” decidió también vestir en todas sus actuaciones el traje de estudiante antiguo, siendo su devenir muy exitoso.

Sería muy cansado hacer aquí un relato pormenorizado de su existencia hasta que en 1943 perdiera la independencia para autogestionarse pues, la malísima situación de postguerra lo condujo a firmar un acuerdo de incorporación en la Obra Sinsical de Educación y Descanso.

En estos años la estudiantina del Real Centro Filarmónico “Eduardo Lucena” realiza preferentemente sus excursiones de propaganda artística en carnaval. Algunas son muy sonadas, valga como muestra un botón: se viaja a Barcelona en 1912, a Oporto y Lisboa en 1905 y 1906, a Ceuta y Tetuán en 1928, a Valencia en 1915, a Londres en 1914, etc, etc, etc…

En alguna de estas visitas participa en los concursos de estudiantinas de los diversos carnavales, obteniendo el primer premio en todas las ocasiones, así ocurre en los carnavales de Madrid de los años 1904 y 1909, del de Sevilla de 1911, y en los concursos de estudiantinas peninsulares del carnaval de Cádiz de los años 1926 y 1927, siendo por tanto la primera agrupación cordobesa que vence en el que hoy pasa por ser el carnaval más reconocido entre nosotros.

Tras la Guerra Civil el carnaval volvía a estar prohibido. Un sucedáneo del mismo, trasladado de fechas y con el nombre de fiestas típicas, se celebra solamente en Cádiz y Santa Cruz de Tenerife.

En las navidades de 1962 un grupo de amigos pertenecientes al Real Centro Filarmónico, en el que estaban Isidro Álvarez Pérez “Don Arturo el del Carburo”, José Fernández de la Torre “Pepito Pocopelo” y especialmente Rafael Castro Pérez, organiza una murga cordobesa titulada “Los Caballeros Che-Ché” que durante años actúa sobre todo en la sede del Centro, donde también ensayaba:

  • En 1967 decidían marchar a Cádiz con el nombre de “Los Scocios” para participal en las “Fiestas Típicas Gaditanas”, alcanzando el Primer Premio Regional de Comparsas, premio que no figuraba en las bases del concurso, sino que fue creado por el Alcalde de Cádiz don José León de Carranza, con motivo de la visita al Ayuntamiento gaditano de “Los Scocios” expresamente para premiar a los cordobeses.
  • Al año siguiente 1968 se presentaban nuevamente al concurso gaditano con el nombre de “Rafalito y sus apaches”, alcanzando también el Primer Premio de Comparsa Regional.
  • En 1969 se presentaban en Cádiz con el nombre de “Los de Sierra Morena” obteniendo por tercera vez el premio de Mejor Comparsa Regional.
  • Por último, en 1970, acudían a Cádiz como “Los Puretas Extravagantes”, consiguiéndose un áccesit (compartido con los onubenses “Los Turistas del Tirol”) en el Premio de Comparsa Regional.

También en el Centro Filarmónico, además del famoso grupo de Rafael Castro, nació otra comparsa que alcanzó las mieles del triunfo del carnaval gaditano, se trata de la comparsa de “Los Piconeros”, de finales del año 1968 o principios de 1969. El grupo de Antonio Rodríguez Salido participó dos veces en Cádiz:

  • En el año 1970 con su nombre original de “Los Piconeros” obtuvo el Primer Premio de Comparsa Regional.
  • En 1971 fue a la Tacita de Plata con el nombre de “Los Rondadores”. Ese año cambiaban las bases del concurso, unificándose los grupos de las Comparsas Regionales y Provinciales, que actuarían en uno solo, de donde saldrían el primero, segundo y tercer premio (lo mismo se hizo con la modalidad de Chirigotas). Finalmente “Los Rondadores” obtenían el Tercer Premio de Comparsas.

Con independencia de estas agrupaciones, ilustres miembros del Real Centro Filarmónico de Córdoba se han significado en el carnaval, así entre muchos otros:

  • El ya mencionado Antonio Rodríguez Salido, sacó después a grupos que participaron en el concurso gaditano como fueron las comparsas “Raíces de Andalucía” y “Los Dandys del Carnaval” (ambas de 1981).
  • También se inició en el Real Centro Filarmónico el famoso autor cordobés Miguel Amate Escudero “Matute” cuya primera comparsa de autoría completa fue “Fantasía Cordobesa”.

R.A.G.

Eduardo Lucena… de su puño y letra

En este año 2024 no sólo se cumple el 145 aniversario de la Sociedad del Centro Filarmónico.

Una madrugada del día 22 de enero de 1849, hace ya exactamente hoy 175 años, venía al mundo en su casa del por entonces número 35 de la calle Valderramas, Eduardo Rafael Manuel José Francisco Vicente Lucena y Vallejo.

Para celebrar esta efemérides hacemos públicas las firmas que de nuestro fundador se han recuperado gracias a la labor de Rafael Asencio.

La primera se realizó en el día 20 de mayo del año 1873

De los días 28 y 31 de enero de 1885, y también del mismo año aunque sin fecha concreta, son las tres siguientes:

Por último, del día 18 de enero de 1893 (menos de dos meses antes de que el maestro Lucena falleciera), es ésta última:

RAG

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Nuestro regalo por el 145 aniversario de la fundación del Centro Filarmónico no es otro que la posibilidad de DESCARGA GRATUITA del libro de nuestro Archivero General Rafael Asencio González ¡Salud y Filarmonía! Historia del Centro Filarmónico (1879-1887), que fue editado por nuestra Sociedad hace 10 años, en 2013… ¡¡¡¡¡esperamos que lo disfrutéis!!!!

RAG

Don Nazario Hidalgo

Ahora que se aproxima el 144 aniversario de la fundación del primer Centro Filarmónico Cordobés (1 de abril de 1879) me parece conveniente dar a conocer a alguno de los 19 miembros fundadores de la sociedad, como es el caso de don Nazario Hidalgo.

La Antigua Plazoleta de San Felipe (Actual Plaza de Ramón y Cajal, desde la segunda mitad del siglo XX), donde según la leyenda se compuso La Pavana, razón por la cual se instaló allí el monumento a Eduardo Lucena

Don Nazario Hidalgo (y Corona), miembro del primer Centro Filarmónico Cordobés y amigo de don Eduardo Lucena, además de uno de sus compañeros en sus correrías a la luz de la luna, es conocido para la gente de Córdoba que se mueve en el mundillo musical por haber acompañado al maestro Lucena en el momento de la composición de La Pavana, gracias al texto de don Antonio Caballero Guadix inserto en su libro Rutas Románticas, Apuntes de historia del Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena (Imprenta de la casa de socorro-hospicio, 1930):

“En una de sus correrías de empedernidos trasnochadores, dieron [Eduardo Lucena y Nazario Hidalgo] en la plaza de San Felipe, una noche, con un gran montón de paja que frente al Gobierno militar habían dejado por la tarde unos carros para entrarla al día siguiente.

Sobre aquel montón de paja encontraron los bohemios muelle descanso a sus andanzas; el aire era tibio aquella madrugada; los primeros hálitos de la madrugada sonreían a la tierra; de la parte del río venía un suave tinte azul y rosa: era la alborada.

De pronto, como inspirado, el maestro dijo al guitarrista:

  • Nazario, a ver si eres capaz de acompañar lo que yo toque.
  • Va… Vamos a ver… a verlo –contestó el tartaja de Nazario conteniendo un bostezo y abrazándose a su guitarra.

Y Eduardo Lucena prorrumpió en una sonora catarata de notas y de acordes: los primeros compases de su célebre Pavana. Durante la improvisación, más de una vez se interrumpió Lucena para hacer repetir a Nazario los pasajes de guitarra que se le iban ocurriendo, maravillado el maestro de la soltura e intuición de su acompañante al trastear el mástil de su maravilloso instrumento. Así nació la Pavana, la más celebrada de sus composiciones; al clarear de un día tibio de primavera, en la plaza de San Felipe, sobre un montón de paja”.

Lógicamente no puedo aseverar la veracidad del relato. El Diario de Córdoba nada dice de estos paseos nocturnos y bohemios de Eduardo Lucena y Nazario Hidalgo [que Ricardo de Montis y Romero en sus Notas Cordobesas. Recuerdos del pasado (Imprenta del Diario de Córdoba, 1926) convierte después en un trío con la inclusión del violinista Ángel Villoslada Torres). Sólo una noticia del 25 de julio de 1880 parece recordarnos la escena descrita por Caballero aunque, claro está, no se dan nombres:

“Serenatas.- Ya empiezan a oírse por esas calles estas fiestas nocturnas, y la verdad es que este año se presentan bien las muestras. Hace pocas noches hemos oído una cuya orquesta se componía de un violín y una guitarra, pero que verdaderamente tocaban como suele decirse al alma. No pudimos conocer a los nocturnos galanes, pero sí se puede asegurar que no tendrán en sus instrumentos muchos rivales”. 

Debió nacer don Nazario en 1854. Con 11 años, según se cuenta en el Diario de Córdoba del 16 de mayo de 1865, obtuvo una mención honorífica en los exámenes celebrados el día 11 anterior en la escuela pública de niños de la parroquia de Santa Marina.

Su padre (Nazario Hidalgo y Lucena) era oficial de la secretaría de la Excma. Diputación Provincial (falleció el 15-06-1872). Su madre se llamaba Antonia Corona y Serrano.

A tenor del Padrón Municipal correspondiente al barrio de la Catedral del año 1879 Nazario vivía por entonces en la calle Comedias 21 con su madre de 57 años, su hermana Manuela de 30, y sus hermanos José y Miguel, de 28 y 22 años respectivamente. Era soltero, natural de Montilla, tenía 25 años y era empleado, y siempre había vivido en esa calle.

En 1881 ocupaba el cargo de escribiente tercero de la Excma. Diputación Provincial (Diario de Córdoba 29-03-1881) y, en febrero de 1888 aparece en igual periódico como auxiliar de la clase de segundos de la secretaría. Por entonces llevaba 15 años de servicio, luego había ingresado en ese empleo en 1873, es decir, cuando contaba 19 años de edad. Un mes más tarde, en marzo de 1888 el auxiliar de secretaría Nazario Hidalgo pasaba a continuar sus servicios en la sección de quintas, siendo nombrado en la sesión del 12 de marzo de la comisión permanente de la Diputación que aparece recogida en el Diario de Córdoba del 22 de marzo de 1888.

El 15 de noviembre de 1891 firmaba esponsales con la señorita María del Patrocinio Lovera y Navas (hija del que fue Secretario del Ayuntamiento Miguel Lovera y González), autorizando el acto el rector de la parroquia de San Francisco, siendo testigos Rafael García Lovera, Ángel Castiñeira y Antonio Giménez Arrebola (Diario de Córdoba 17-11-1891). Se casaron en San Francisco el 10 de febrero de 1892 (Diario de Córdoba 12-02-1892). El matrimonio tuvo una hija, María Hidalgo Lovera. La esposa, María del Patrocinio, fallecía el 24 de junio de 1897 (Diario de Córdoba 26-06-1897).

Nazario Hidalgo y Corona fallecía en las primeras horas de la noche del 29 de abril de 1904, ocupaba entonces el cargo de oficial de la secretaría de la Comisión Mixta de Reclutamiento de la provincia. Los funerales se celebraban a las cinco dela tarde del día siguiente en San Francisco y San Eulogio (Diario de Córdoba 30-04-1904). Fue enterrado en el cementerio de San Rafael.

R.A.G.

Hoy conferencia de nuestro Archivero sobre Eduardo Lucena en el Ciclo organizado por la Real Academia de Córdoba en el Real Círculo de la Amistad

Hoy, miércoles 25 de septiembre, nuestro archivero general Rafael Asencio, participará en el Ciclo «Músicos Cordobeses de Ayer y Hoy», organizado por la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y coordinado por Juan Miguel Moreno Calderón, que se celebra en la Sala «Julio Romero» del Real Círculo de la Amistad (entrada gratuita hasta agotar aforo), con la disertación sobre <<EDUARDO LUCENA Y VALLEJO. El romántico impulsor de la música popular cordobesa (1849-1893)>>.

¡¡¡¡Os esperamos!!!!

RAG

¿Es «La Aparecida», también llamada «Jota a Córdoba» o «Jota del 83» una obra del maestro don Eduardo Lucena?

En el archivo del Real Centro Filarmónico de Córdoba <<Eduardo Lucena>> consta la existencia de la partitura de una jota obra del maestro don Eduardo Lucena Vallejo con los títulos de «La Aparecida» o «Jota del 83».

Es la pieza sobre la que Ricardo Moyano Ruiz [en «Al César lo que es del César», publicado en Eduardo Lucena en el centenario de su muerte (1893-1993), Departamento de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, 1993], contaba que «cuando Eduardo Lucena compuso la Jota del <<83>>, no cabe duda que lo hizo pensando en Córdoba y sus encantos; en su ambiente y en su historia; en sus mujeres y flores… Esa pudo ser su Jota <<A Córdoba>>; pero por circunstancias que nosotros no podemos ni sospechar, esa jota -conocida sólo por el año en que vio la luz- se extravió (¡!) … y al volverse a encontrar se rebautizó con el nombre de <<La Aparecida>>. A su letra nos remitimos»:

Cordobesa seductora / escucha la ardiente voz, / del que tu cariño implora.

Fuiste Sultana hechicera / orgullo de Abderramán, / que levantó a tu belleza / lo imposible de soñar.

Porque tus encantos tienen la poesía / de este alegre cielo y nuestra alegría; / y si tu quisieras podrías ostentar, / el cetro y la gloria ¡Feliz! / de un Reino sin par.

Entusiastas trovadores / de nuestra tierra cantamos / su mujeres y sus flores.

No hay jardín con más encantos / que nuestra florida sierra, / ni mujeres con más gracia / que las que da nuestra tierra.

Es nuestra Mezquita muda admiración / que encierra en sus muros nuestro corazón, / Ciudad predilecta de historia y valor, / para ti mis labios ¡Siempre! / tendrán una flor.

Es decir, que para Moyano la <<Jota a Córdoba>> y <<La Jota del 83>> son la misma pieza, la cual tras extraviarse fue hallada años más tarde, rebautizándose entonces como <<La Aparecida>>.

Visto lo visto se hace preciso comprobar si Eduardo Lucena compuso una jota en 1883 y, de ser así, cuándo fue ésta nuevamente descubierta tras perderse.

En lo que respecta a la primera pregunta, en mi ¡Salud y Filarmonía! Historia del Centro Filarmónico (1879-1887) se recoge que, en efecto, la estudiantina del Centro Filarmónico Cordobés, que contaba ese año con 70 miembros, en carnaval visitó algunas casas en las que fue obsequiada «por sus dueños con profusión de dulces y licores, reinando en estas reuniones cordialidad y alegría. Las secciones vocal e instrumental, perfectamente ensayadas, ejecutaron muy bien la jota y el pasacalle que con este objeto ha compuesto el Director Presidente de dicho Centro señor don Eduardo Lucena, nuestro estimado amigo. La ejecución de dichas composiciones mereció en diferentes puntos los honores de la repetición, que era pedida por el numeroso público que les acompañaba…» (Diario de Córdoba 13-02-1883).

La Jota del 83 volvería a ser interpretada por la estudiantina del Centro en el concierto celebrado en el Gran Teatro el 15 de mayo de 1884. El Diario de Córdoba del día 21 califica a la obra examinada de esta manera: «Respecto al cuarto número, o sea el Carnaval del 83, sólo puedo decir… está llena de bellezas, resaltando en ella el buen gusto que reina en cuantas producciones brotan de la fecunda inspiración de dicho autor, siendo uno de los muchos laureles que le han conquistado ya el honroso puesto que ocupa entre los maestros compositores de vuestra nación».

Esta es la última vez que se tiene constancia de la ejecución de esta pieza pues, no aparece recogida tampoco, y por tanto nunca fue interpretada (al menos en Córdoba) por el <<Sexteto>> fundado por Lucena en 1886 (que sí interpreta las jotas «El Carnaval del 85» y «El Carnaval del 86»).

Para averiguar cuándo fue «encontrada» puede ser un buen método acudir a la carpeta del archivo del Real Centro en la que se contienen sus partituras para ver cuántas versiones hay de la misma y cuál es la más antigua.

En el mencionado archivo se hallan dos versiones de la obra: En primer lugar, la más moderna es una adaptación de don Jesús Cea Samaniego fechada en 1992; La segunda y última, más antigua, contiene la firma de don José de Pablos Barbudo, que fue director del Real Centro Filarmónico entre el mes de mayo de 1926 [el Diario de Córdoba del martes 18 de mayo de 1926 destaca que «Por primera vez dirigió la Estudiantina cordobesa el notable violinista (se trata de un error del periódico pues era violonchelista)  don José de Pablos Barbudo, al que acertadamente le ha sido encomendada la dirección artística del Centro Filarmónico») y el 16 de julio de 1930 (el diario La Voz del 17 de julio informa de que «Anoche se reunió la junta de esta popular entidad para resolver acerca de la dimisión presentada por el que hasta ahora fue su director artístico, don José de Pablos Barbudo.  La dirección, por acuerdo unánime de todos los miembros de la junta, le fue ofrecida al joven y popular maestro cordobés don Aurelio Pérez Cantero…»); consecuentemente <<La Aparecida>> debió «aparecer» entre esas dos fechas.

No se pone en duda en las partituras firmadas por José de Pablos la autoría de la obra, que se otorga siempre a don Eduardo Lucena, y no se hace distinción entre letra y música, luego ambas corresponderían, en principio, al maestro.

Pero… ¿es en realidad tal cosa como parece deducirse de los datos hasta ahora comprobados?: simple y llanamente no. Veámoslo:

El martes 27 de agosto de 1929, a las once da la noche, en su local social de la plaza de Jerónimo Páez daba un concierto el Centro Filarmónico Eduardo Lucena en honor de sus socios protectores. En este festival ejecutaría por primera vez la obra de la que venimos hablando según consta en el programa publicado en El Defensor de Córdoba del día inmediatamente anterior que, dicho sea de paso, nada dice de que estemos ante un reestreno y, por demás, da la autoría de <<La Aparecida>> a Lucena aunque, eso sí, advierte que la letra de la jota no es del maestro fundador, sino de don Antonio Ramírez López (que en esa fecha era Presidente del Real Centro Filarmónico pues fue nombrado para el cargo el día 16 de noviembre de 1927 y no cesó en el mismo hasta el 6 de diciembre de 1930; y luego ocuparía de nuevo el cargo por un corto período entre el 31 de octubre y el 9 de diciembre de 1933).

El número del Diario de Córdoba del día inmediatamente anterior, esto es, del 25 de agosto de 1929, aclara definitivamente las cosas:

En resumen se trata de una jota de Lucena rehecha por don Ángel Villoslada Torres y don Jacobo Lestón Figuerola tirando de memoria, poco más de 46 años y medio desde que se estrenase por vez primera en el carnaval de 1883, y 45 años y algo más de tres meses desde que existe constancia se tocó por última vez (el 15 de mayo de 1884). Resulta bastante difícil de creer que, habida cuenta las circunstancias [el tiempo transcurrido; que no fuera una obra muy interpretada en su momento; que tanto Villoslada como Lestón fueran jovencísimos a fecha de su estreno; o que incluso para el caso que se diga que ambos bien pudieron acompañar a Lucena en sus paseos nocturnos y bohemios (cosa segura en el caso de Villoslada), en los que al maestro y sus camaradas les sorprendían los primeros rayos del sol sentados en la amplia acera de la calle de la Feria, ejecutando desde la obra de concierto más difícil hasta la tonadilla popular de moda, abstraídos de cuanto les rodeaba, que hacía ya también bastantes años que el maestro había fallecido, concretamente 36], el resultado fuera fiel al cien por cien con el que un día brotó del ingenio de Lucena, razón por la cual sería más justo que la autoría se otorgara al trío Lucena/Villoslada/Lestón.

Por demás, se confirma que las partituras con los arreglos de José de Pablos Barbudo son los originales con los que la obra se reestrenó… obra que más que <<La Aparecida>> debiera haber sido intitulada como <<La Rehecha>>.

Don Antonio Ramírez López

R.A.G.

¡¡¡¡Hoy se cumple el 140 aniversario del Real Centro Filarmónico de Córdoba «Eduardo Lucena»!!!!

Tal día como hoy, hace 140 años, se fundaba el Centro Filarmónico Cordobés (nombre con el que nacía el que ahora es Real Centro Filarmónico de Córdoba «Eduardo Lucena»).

El día 28 de marzo de 1879 el Diario de Córdoba anunciaba informaba acerca de una sociedad en ciernes, sin poder afirmar acerca de si estaba ya o no creada, mediante este suelto:

«Bien pensado.- Según hemos oído se trata de crear, si ya no está creada,una sociedad de aficionados a la música con objeto de reunirse en los ratos de descanso de las habituales tareas de cada uno y dedicarse a ejercicios filarmónicos y al estudio cada cual según el estado de instrucciónlírica en que se encuentre. Esta sociedad, que nos dicen tiene ya hasta su local designado, proporciona las ventajas no solo de pasar agradable y dignamente las horas de clase, sino también instruirse en la música y tal vez adquirir conocimientos que puedan ser algún día de grande utilidad».

Al día siguiente vuelvía a tratar el Diario de Córdoba sobre la sociedad. En esta ocasiónaclara dos cosas: en primer lugar que no está todavía formada pues así lo dice textualmente, a más de hablar de proyecto de reglamento, en segundo lugar cita la quees su primera sede:

Útil sociedad.- La de que ayer nos ocupamos se encuentra próxima a realizarse, y se establecerá en el piso principal del acreditado café de Cervantes. En su proyectado reglamento hay bases muy moralizadoras.

En efecto la fundación estaba cerca y acaeció finalmente el día 1 de abril del año 1879. El dato no lo aportó la prensa de esos días, sino justamente la del siguiente año pues, el Diario de Córdoba del 1 de abril de 1880, incluye entre sus páginas la siguiente noticia:

Su primera junta directiva, elegida ese día 1 de abril de 1879 (reelegida el 1 de abril de 1880) estuvo formada por las siguientes personas y con los siguientes cargos (la noticia se recoge en el Diario de3 Córdoba del 6 de abril de 1880):

“Junta.- En la última reunión de la sociedad “Centro filarmónico”, fue
reelegida la Junta que la había dirigido en el año anterior, compuesta de
los señores siguientes: Presidente, D. Eduardo Lucena; Secretario, D.
Emilio Arroyo; Tesorero, D. Eduardo Flores; Vocales, D. José Serrano
Pérez y D. Juan de la Torre. El voto unánime que estos señores han
recibido de sus compañeros […] evidentemente el celo, inteligencia y
acierto con que han gobernado esta sociedad en el primer año después
de su instalación”.

En Centro se organiza en torno a distintas secciones (de serenatas o instrumental, vocal, comparsa, estudiantina y literaria). La primera en ver la luz será la sección de serenatas o instrumental, que se estrena el día 11 de agosto (una de las dos fechas, junto a la del aniversario, 1 de abril, que se celebra cada año por el Centro) con dos serenatas, que se ofrecen a la profesora doña Josefa Mora de Ravé y al antiguo Director de orquesta D. Francisco Lucena (padre de don Eduardo) en las que se estrena la mazurca “A mis Amigos”, escrita expresamente para esta primera salida.

Foto tomada el día 11 de agosto de 1879, día de la primera salida de la sección de serenatas del Centro Filarmónico Cordobés.

R.A.G.

25 aniversario del disco «Cien años cantando a Córdoba» del Real Centro Filarmónico «Eduardo Lucena»

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Antes de que este 2018 concluya cabe destacar que en el mismo se cumplen 25 de la grabación de «Cien años cantando a Córdoba», disco que se integró al completo por obras del maestro don Eduardo Lucena y Vallejo y que fue grabado en los estudios Fonoruz de Montilla en el año 1993, contando con la superior dirección (y la dirección del coro) de don Jesús Cea Samaniego y la dirección de rondalla por parte de don Juan Luis González, y que fue editado por la Obra Cultural de la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba.

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«Tres compositores españoles en el Madrid Posromántico: Pablo Sarasate, Jesús de Monasterio y Eduardo Lucena», TFE de Gloria Mantas leído en el Conservatorio el pasado 11 de junio.

El pasado 11 de junio a las 09:00 horas de la mañana exponía la violinista doña Gloria Mantas Navas su Trabajo Fin de Estudios «Tres compositores españoles en el Madrid Posromántico: Pablo Sarasate, Jesús de Monasterio y Eduardo Lucena» en el Conservatorio Superior de Música «Rafael Orozco» de Córdoba.

El trabajo [Departamento: Instrumentos sinfónicos, Especialidad e Itinerario: Interpretación (Violín)], tutelado por doña Beatriz Aguilera Jurado (Catedrática Piano Conservatorio Superior «Rafael Orozco» Córdoba), incluido en la modalidad teorico-práctico, se centra en las vidas de Pablo Sarasate, Jesús de Monasterio y Eduardo Lucena, tres músicos referentes del siglo XIX, indagando un poco más en la temporada que pasaron, ya sea por estudios o trabajo, cada uno de ellos en la capital del país; tema interesante del que no hay mucho escrito, puesto que no es mucho el tiempo de estudio que estuvieron en la capital del Reino, aunque éste sí fuera importante por las oportunidades que allí les ofrecieron. A través del mismo es mucho más fácil apreciar el trabajo y esfuerzo por sus protagonistas dedicado, siendo dos de ellos, Pablo Sarasate y Jesús de Monasterio, de corta edad ysiempre acompañados del apoyo de su familia y, en el caso de Eduardo Lucena, estimar el ahínco en querer mejorar la técnica a sus veinte años y habiendo trabajado ya de músico.

En la parte práctica, el Trabajo consistió en la esmerada ejecución de dos obras de Sarasate («La Malagueña» y «La Playera»), dos de Monasterio («Fiebre de amor» y «Melodía») y de «La Pavana» de don Eduardo Lucena.

El Trabajo mereció la aprobación unánime del tribunal examinador conformado por don Álvaro M. Campos Blanco, don Antonio Fernández Moreno y don Francisco Montalvo García (catedráticos de violonchelo el primero y de violín los dos restantes).

RAG

Estudiantina «La Tuna Cordobesa» (1887-1902): Historia completa y memoria gráfica, artículo publicado a colación de la adquisición por el Centro de una fotografía de dicha sociedad fechada en 1890.

A modo de regalo de Reyes adelantados os dejamos aquí para vuestro disfrute el artículo titulado <<Estudiantina «La Tuna Cordobesa» (1887-1902): Historia completa y memoria gráfica>>, publicado por nuestro Archivero General en el número 2 de la Revista <<Legajos de Tuna>> a colación del hallazgo y adquisición por parte del Centro de una fotografía de dicha sociedad fechada en 1890 (y que por lo tanto es la más antigua hasta ahora halada de una estudiantina de Córdoba) que como su nombre indica versa sobre la historia de la sociedad «Tuna Cordobesa» fundada en 1887 y presidida por don Eduardo Lucena, la cual en 1902 se disolvería en Asamblea celebrada el día 14 de noviembre de 1902 no sin antes acordar la reorganización de la sociedad denominada <<Eduardo Lucena-Centro filarmónico Cordobés>>:

Este Centro agradece a la revista <<Legajos de Tuna>> su deferencia al permitirnos publicar este artículo en nuestro Blog.

R.A.G.